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Macarieros Airiríco de Paz

*Esta es una de las historias de conservación, medioambiente y construcción de paz y esperanza producida en el marco del proyecto Bosques de Vida en el programa de la Escuela de Comunicación Audiovisual


Por: Jonathan Campo & Natty Fajardo

Airiríco en lengua Makaguán traduce territorio. Fotografías Natty Fajardo y Jonathan Campo


Yo soy Jonathan, soy indígena y me siento orgulloso de serlo, vivo con Natty con quien nos diferenciamos un poco por la cultura, costumbres y tradiciones, pero ella aun no siendo de mis raíces, las respeta y me ha ayudado a fortalecerlas en la medida de sus alcances, dentro de lo que les cuento hay algo muy bonito que compartimos y es nuestra profesión. Ser docentes etnoeducadores.


Gracias a esta labor de etnoeducadores hemos podido aportar a quienes desde hace siglos, son los guardianes del territorio, quienes se sienten conectados con la naturaleza y se sienten parte del sistema en el que vivimos. Quizás pocos conozcan a los protagonistas de esta historia, la comunidad indígena San José de Macarieros, que está ubicada en el municipio de Tame Arauca, en el kilómetro 10 de la vía a Saravena, en medio de las veredas El Culebrero y La Hormiga, haciendo parte del pueblo Guahibo Makaguán.


Este resguardo ha sido un camino labrado desde nuestros antepasados hasta la actualidad, la gobernanza de nuestra comunidad desde siempre ha venido tejiendo la paz, administrando el cabildo y la guardia indígena, con el propósito de velar por la unidad, los derechos y deberes de todos los habitantes, construyendo conjuntamente un mejor tejido social, con equilibrio y respeto entre todos los seres vivos que habitamos la madre tierra.


Aquí, los niños y niñas de nuestro resguardo juegan un papel muy importante y es desde allí donde nosotros hemos podido contribuir, ayudando su crecimiento no solo desde los saberes académicos, sino también ancestrales que forjan el amor por lo propio. Es bonito verlos en medio de tanta inocencia son muy cariñosos y siempre al entrar al resguardo están enmarcadas sus sonrisas.

Algunas de las actividades de etnoeducación realizadas con los niños. Fotografías Natty Fajardo y Jonathan Campo


Los adultos en tanto, son buenos agricultores y se ocupan en labores de caza y pesca para el sostenimiento de sus familias y junto a los jóvenes en su mayoría son apasionados por el deporte, en especial por el fútbol, pues esto es lo que más disfrutan para aprovechar el tiempo libre, era lo que más disfrutaba yo cuando vivía dentro de la comunidad.


En Macarieros contamos con autonomía propia para la toma de decisiones dentro de nuestro territorio, pero también así como sabemos que tenemos derechos, también hay deberes que se establecen mediante la Ley Chivechi, en medio de nuestra cosmogonía, esta ley rige en todo el territorio Makaguan y es sagrada para nosotros, por lo tanto debemos respetarla y acatarla, pues es nuestro mandato mayor.


Es la ley natural heredada por nuestros ancestros, que nos da la protección del taita sol, la mamá luna y la mamita palma, seres divinos que desde los tiempos antiguos han dirigido la vida de nuestro pueblo, sus mandatos deben ser acatados por la comunidad indígena y no indígena que viva dentro de la comunidad. El objetivo de nuestra Ley Chivechi, es también regular las conductas en asuntos comunitarios, fomentando la unidad, solidaridad, equilibrio, justicia, responsabilidad y respeto por los derechos humanos, así como también tiene la visión de forjar un territorio de paz y respeto hacia cualquiera que habite el espacio sagrado de la madre naturaleza. Nuestra Ley va de la mano de seis mandatos: el mandato mayor, del venado, de la chikúa, de la palma, del Airico y el mandato comunitario.


Los mencionamos para que conozcan nuestro Airico, que en lengua Makaguán traduce territorio, y pese a sufrir por diversas causas, también es un territorio en donde gestan sueños importantes que construyen un mejor lugar para vivir, trabajando por mejorar el tejido social, y la visión de forjar el respeto por el medio ambiente, algo que como comunidad indígena no dejamos perder, a sabiendas de que gracias a la naturaleza, tantos pueblos milenarios han podido sobrevivir. En este aspecto en la comunidad realizamos jornadas de aseo constantes, para la recolección de residuos que contamina y se brindan capacitaciones con entidades, para el buen manejo de la tierra, la siembra de cultivos y la venta de las cosechas para el auto sostenimiento.


Gracias a esas gestiones, contamos con herramientas que usamos todos y nos permiten un trabajo más práctico y productivo, aunque cada día perdamos cada vez más extensión del territorio, debido a las consecuencias que nos trajo la tala de árboles de las laderas del río, que ahora sin ninguna protección se ha llevado grandes cantidades de tierra. Haciendo que ya sea pocas las personas que posean sus conucos familiares para la producción de los alimentos para el consumo.

En estos momentos impulsamos la siembra de árboles nativos cerca de las fuentes hídricas, en las costas del Río Culebrero y la realización de cercas vivas en los límites del resguardos y veredas aledañas, propagamos especies de Pardillo, Trompillo, Bucare, Moriche, Flor amarillo y Samán; y de esta manera contrarrestamos las consecuencias de la deforestación que nosotros mismos hemos causado y tratamos de retomar el cauce originario de la fuerza de la naturaleza.
Enseñanzas que perduran

Basándonos en lo aprendido en este tiempo dentro de la Escuela de Comunicación Audiovisual con la Fundación La Palmita, hemos aterrizado cada aprendizaje en nuestras aulas educativas formando a los estudiantes para ser gestores y promotores de conservación ambiental dándoles a entender que lo que aportemos en este mundo al medio ambiente es lo que les quedará a todas las futuras generaciones.


Esa es nuestra forma de construir paz, venimos trabajando de manera ardua y articulada con entidades territoriales y organizaciones sociales que de una u otra manera aportan a la edificación de esta gran casa. Los docentes damos las bases fundamentales, pero esas bases deben ser fortalecidas desde la casa; por lo cual también trabajamos con las madres y padres de familia, para obtener mejores resultados, formando niños para el presente y los espejos para el mañana, quienes contarán con principios y valores para enfrentarse a la vida cotidiana.


Finalmente de manera personal vivimos una experiencia que nació sin ser premeditada y que a lo largo de un año nos permitió fortalecer nuestros saberes de comunicación, fotografía, medio ambiente y paz, por lo que en cada vivencia desarrollada en nuestro paso por este espacio tratamos de implementarla en la medida de lo posible.


Es inevitable no sentir agradecimiento por nuestro profesor, quien con tanta paciencia y humildad nos ha trasmitido sus conocimientos aunque por momentos por el afán de cada día perdiéramos un poco el enfoque, gracias a su persistencia nos impulsó a continuar el proceso que enriqueció nuestro aprendizaje, reflejado en cada acción que con interés planeamos y ejecutamos en nuestro bello resguardo de Macarieros, un airíco de paz.



Escrito por: Jonathan Campo & Natty Fajardo

Narradores de historias - Graduados de la Escuela de Comunicación Audiovisual Bosques de Vida


Esta historia forma parte de la creación colectiva de nueve jóvenes araucanos que culminaron el proceso de la Escuela de Comunicación Audiovisual Bosques de Vida.




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