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Betania, semilla ambiental

*Esta es una de las historias de conservación, medioambiente y construcción de paz y esperanza producida en el marco del proyecto Bosques de Vida en el programa de la Escuela de Comunicación Audiovisual


Por Eduard Soloza

Betania, patrimonio familiar y ambiental para la conservación. Fotografía Eduard Soloza


En Tame, municipio del departamento de Arauca, está ubicada la vereda El Mapoy. Esta vereda, hermosa, fue fundada aproximadamente en 1910, por un hombre llamado Cecilio Vera dueño de la finca El Vergel primera finca fundadora de la vereda, llamada así por los indios Mapoyes. En 1950, el señor Clemente Díaz, llanero de la región, le puso su nombre a 65 hectáreas de bosque, la fundó y la llamó Betania.


En un principio, empezó a trabajar estas tierras para las labores de siembra de plátano, yuca y maíz, las cosechas eran muy buenas porque si algo ha caracterizado a Betania y a todas la fincas de la vereda, es que son muy productivas. Sin embargo, después de la agricultura a través de los años se dedicó a la siembra de pastos para el ganado, sin tener en cuenta el daño que causaría la tala de tantos árboles.


A medida que el tiempo iba transcurriendo, las fuerzas de Clemente Díaz se fueron acabando y su fuerza de trabajo no alcanzó para pagar los obreros que demandaba la finca. Al ver que no se podía sostener ni trabajar en ella, decide venderla en 1965 y así es como Betania pasa a otras manos. El día que se negoció la finca, estaba presente el hijo

mayor de Elda Soloza, Nicanor, que apenas tenía 10 años.


La finca sería completamente de Nicanor treinta años después. Mientras tanto él, su madre y sus hermanos vivirían de la siembra de alimentos en aquella parcela levantada fruto del esfuerzo y la dedicación. Muchos recuerdan a Nicanor como un niño trabajador y servicial que le ayudaba a su madre en los trabajos de llano a pesar de la edad que tenía. Cuando cumplió su mayoría de edad empezó a trabajar como obrero y como amansador de las bestias, en actos, haciendas y fincas vecinas.

Ayer y hoy, Nicanor Duarte sobre su caballo en la belleza del paisaje de Betania en Tame Arauca

Fotografías Eduard Soloza


Era feliz con ese trabajo porque allí encontró el talento para su deporte favorito, montar a caballo. Se volvió un maestro del coleo. Para los que no conocen, el Coleo es otro deporte, tradicional de nuestras llanuras, donde el jinete a caballo debe derribar un toro o una res jalándolo de la cola. Después de cada evento de coleo, todo se transformaba en fiesta. En una de esas Nicanor se encontró con Magaly Sierra Cobos. Bailaron toda la noche, se enamoraron, fueron novios y dos años después en 1985 deciden casarse. Traen al mundo tres hijas y un hijo, que han visto crecer en medio del esfuerzo y la dedicación para cumplir sus metas.


Para llegar a Betania hay que pasar por el centro de caserío de Mapoy. Yo conté ocho minutos desde allí hasta la entrada de la finca, donde hay un portón de color rojo, que abre paso a seis potreros, cada uno de entre seis a siete hectáreas, al fondo un bosque espectacular que crece a orillas del Caño Caribabare. Por todo el centro de los potreros

pasa una cañada que hasta el día en que escribí este texto no tenía nombre y en adelante será llamada El Cristal.

Caño El Cristal, una de las fuentes de agua y vida más preciadas por Nicanor. Fotografía Eduard Soloza


Las orillas de El Cristal están escoltadas por cientos de guaduas y muchas variedades de árboles de nacederos; toda la finca está limitada con un cerco de alambre y horcones de madera, igual que sus medianías, los potreros están compuestos por variedad de árboles como pardillo, Flor amarillo, Samán, Yopo, Palma Real y Trompillo, que sirven de sombrío y regulan la temperatura.


En el oficio de amansar caballos y operar maquinaria de construcción a través de los años, la familia Duarte Sierra, junta el dinero con el que definitivamente comprarían Betania. Nicanor, mi tio, pasa a ser el propietario de las 65 hectáreas de finca y siendo ya el dueño llega también el deseo de arreglarla; siempre sintió que el lugar donde había crecido podía estar mejor ahora que él era el propietario.


Lo primero que hizo fue preservar el único bosque que había dejado el anterior dueño, cercando más de veinte hectáreas que tenía, para evitar la extracción de madera y fauna que venía padeciendo por años. Dejando para él y su familia un entorno de especies de Pardillo Cerranero y Montañero, Sierro Iguano, Cuero de sapo, Cedro, Mosco, Tolua y Caruto que se encontraban dentro.


Después de haber hecho el encerramiento, realizo la siembra externa de pastos para su ganadería, dejó empradizar el suelo y al cabo de un año compró quince becerros y los echó en los pastales de Betania. 

Cada vez que iba con su hijo Alexander, a ver sus animales traía arboles de mangos, mamones, guanábanas, limones, mandarinas y matarratones, para sembrar en las orillas del cerco y del caño, la fuente de agua que pasa por la finca.


De esta agua se bebe y se vive, en los tiempos del verano supo que podía perderlo todo y tenerlo todo. Aprendió que necesita el oxígeno, la tierra sana y la sombra. En los tiempos de invierno hay abundante agua por las fuertes lluvias, lo cual provoca que los ríos, caños, y pozos aumenten el caudal. También las plantas y praderas se reverdecen gracias a la fuerte lluvia, los animales consiguen alimento y se abastecen por medio de las plantas, las mismas que en su mayoría florecen y producen frutos en el invierno.


Lo contrario es el verano, el verano es una época de sequía, de escasez de agua y alimento, tanto para animales como para seres humanos, la causa es que los cultivos y praderas no germinan ni producen frutos semejantes a los tiempos de agua. Por eso mi tío Nicanor ha tenido que aprender en estos tiempos del cambio climático. Tiene que

prepararse para los cambios, ya ha empezado con esa tarea.


Lo primero que hace es cambiar los bovinos de un potrero a otro para no dejar repelar tanto el suelo, para que así puedan tener alimento los bovinos en los meses de sol. Así mismo prepara las pocetas en cada potrero para que nunca se queden sin agua los animales en esos tiempos difíciles. Mi tío, ha conservado durante muchos años cada plántula que germina en su predio.

En Betania, Nicanor pudo ver durante unos años ver las variedades de animales como el venado, el chácharo, el cachicamo, la danta, el picure, la lapa, los osos palmeros y hormigueros, leonés, tigres y pajuiles. También muchas serpientes.

La historia viva de esta parte del llano contada directamente por este llanero. Fotografía Eduard Soloza


Pero así como había tantas especies de animales se han ido apocando y extinguiendo a través de los años. Esos mismos años guardan otras historias, algunas curiosas otras tristes pero han hecho el legado de la familia. Unos meses después de haber comprado la finca Betania en su totalidad, tuvo el inesperado encuentro con un tigre, gracias a que el animal no se detuvo para atacarlo. Salió librado, desde ese día aprendió que no debía entrar solo al bosque sin llevar alguna arma con la cual pudiese defenderse.


Pero también supo que había mucha fauna, antes creía que en sus bosques no había nada y encontrarse un tigre a pesar de ser algo que todos temen, al mismo tiempo es una experiencia para poder contar. Otras historias no son tan alegres y aventureras, Betania estuvo a poco de perderse, en el año 2000 llegaron los paramilitares a la vereda Mapoy y Nicanor tuvo que irse, dada la peligrosa situación pasaba largos meses sin poder visitarla, solo podía darle vueltas a la finca y se devolverse al pueblo inmediatamente, así duró durante cuatro años hasta que los paramilitares se fueron., pudo volver a trabajar en la finca nuevamente con amor y entusiasmo.


Mi tío cree que trabajar por la paz en realidad es ser servicial, realizando actos que favorezcan las necesidades de la comunidad, aportarle un grano de arena a las situaciones que otras personas viven y había algo que no lo dejaba estar tranquilo. Durante muchos años la presencia del ganado en las fuentes de agua de la finca, ocasionaron la contaminación de las aguas abajo. Es decir que la gente no podía beber de esa agua.

En Betania se llevó a cabo la segunda Sembratón de Bosques de Vida, de la mano de la comunidad y la Asociación Vivero Comunitario Morichales de Vida y el equipo de La Palmita. Fotografía: Cristhian Aguirre H


Con la llegada del proyecto Bosques de Vida la situación cambió, porque mi tío pudo proteger el caño aislando 2,5 hectáreas para restauración y 20 hectáreas para conservación gracias a la labor de la Fundación La Palmita, el mes pasado se sembraron 1275 plántulas nativas en la cual tuvieron presencia personas de la Asociación Vivero Comunitario Morichales de Vida El Mapoy. Esta asociación también se conformó para proteger el medio ambiente y las cuencas hídricas del territorio, mi papá fue uno delos socios fundadores.

Todo esto me pone feliz, porque aunque no tengo finca sí espero tenerla algún día y sentir el orgullo que Don Nicanor tiene por ella. Pero hay algo que sí tengo, un gran sentido de pertenencia por mi vereda Mapoy y espero que siga siendo conocida por todos por la manera en que cuidamos el medio ambiente y Betania y todas las fincas que la integran sigan siendo una semilla para el futuro.


La mirada al horizonte, los cambios y la semilla. Fotografía Eduard Soloza


Escrito por: Eduard Soloza, 17 años. Vereda Mapoy - Tame, Arauca.

Estudiante graduado de la Escuela de Comunicación Audiovisual Bosques de Vida


Esta historia forma parte de los relatos de conservación que surgen a partir del proyecto Bosques de Vida y su proceso comunitario. También puedes leer: Altomira, en Tame Arauca entre montañas, puentes y plantas

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